martes, 23 de junio de 2015

LA ENCÍCLICA DEL PAPA FRANCISCO SOBRE EL MEDIO AMBIENTE

   La Encíclica Papal, publicada bajo el título Laudato Si (Alabado Seas), es la primera que Jorge Bergoglio ha escrito enteramente ("Lumen fidei" había sido redactada casi íntegramente por Benedicto XVI) y está dirigida no solo a los católicos, sino a todos aquellos que puedan contribuir a detener la degradación de "la casa común que Dios nos ha confiado".

   En ella el Papa trata asuntos como la conexión entre el cambio climático y la contaminación, la pérdida de la biodiversidad, la mala gestión de los recursos, la desigualdad entre las regiones ricas y pobres del planeta o la tibia respuesta de los líderes políticos y económicos ante el desafío de la actual crisis medioambiental.

   El Pontífice hace un llamado a proteger a nuestro planeta de la degradación medioambiental y carga contra el actual sistema económico que explota los recursos naturales sin consideraciones éticas o morales.

   A continuación, el texto íntegro de la Encíclica.

   ENCÍCLICA PAPAL SOBRE EL MEDIO AMBIENTE

   Fuente: Página web de El Vaticano y BBC Mundo.

jueves, 18 de junio de 2015

CORTE SUPREMA DE CHILE RECHAZÓ RECURSO DE PROTECCIÓN DE PASTOR EXPULSADO DE IGLESIA EVANGÉLICA

   La Corte Suprema rechazó el recurso de protección presentado en contra de la Iglesia Pentecostal Unida de Chile por la expulsión de un pastor perteneciente a dicho culto religioso.

   En fallo unánime, la Tercera Sala del máximo tribunal -integrada por los ministros Pedro Pierry, Rosa Egnem y María Eugenia Sandoval y los abogados (i) Rafael Gómez y Arturo Prado- descartó que el dictamen impugnado se haya adoptado con infracciones al debido proceso y a la ley de culto.

   "Que según se desprende del contenido del recurso de fojas 2, el recurrente señala que se ha infringido a su respecto el derecho al debido proceso, solicitando su resguardo a través del recurso de protección, garantía que no se encuentra contemplada en el artículo 20 de la Constitución Política de la República, como objeto de la presente acción constitucional de urgencia, toda vez que solo se encuentra resguardado el derecho contemplado en el inciso quinto del número 3 del artículo 19, por lo que el presente recurso no podrá prosperar", sostiene el fallo.

   La resolución agrega que "(…) por otra parte, la otra garantía que señala infringida, esto es, el artículo 19 N° 16, no se condice con la garantía que en el contenido del recurso se esgrime, cual es la libertad de culto protegida en el artículo 19 N° 6 de la Carta Fundamental, garantías, además, que no se dan por vulneradas toda vez que no se acreditó en el proceso que el actuar de la recurrida hubiese amenazado la libertad de trabajo o de conciencia de Juan Carlos Jara Cifuentes".

   SENTENCIA DE CORTE SUPREMA SOBRE RECURSO DE PROTECCIÓN

   Fuente: Portal del Poder Judicial de Chile.

viernes, 18 de julio de 2014

Con disidencia. TRIBUNAL EUROPEO DE DDHH RECHAZA DENUNCIA CONTRA NORMA QUE PROHÍBE USO EN ESPACIOS PÚBLICOS DE CIERTAS VESTIMENTAS ISLÁMICAS

El Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), por 15 votos a favor y dos en contra, resolvió que la ley del año 2011 que en Francia prohíbe el uso del burka (atuendo que oculta por completo el cuerpo, dejando sólo una rejilla para ver) y el niqab (prenda que cubre hasta la rodilla y deja libre los ojos) en espacios públicos, no contraviene la Convención Europea de Derechos Humanos.

Al efecto, cabe recordar que el caso se basó en la denuncia que presentó ante la Corte Europea una mujer musulmana de nacionalidad francesa a la que no se permitió llevar en público el velo integral islámico tras la entrada en vigencia de la mencionada norma el año 2011 de la ley que prohibía el uso de esta prenda.

La decisión de Estrasburgo arguyó que la ley puede tener "impactos negativos específicos sobre la situación de las mujeres musulmanas" que quieran portar estas prendas, pero que en la especie existe "una justificación objetiva y razonable" para adoptarla.

En este sentido, se expresa que la referida prohibición no supone una vulneración del artículo octavo de la Convención Europea de Derechos Humanos, relativo al derecho al respeto a la privacidad, ni al artículo noveno, sobre el respeto a la libertad de pensamiento y religión, ni finalmente, el artículo decimocuarto, que prohíbe la discriminación.

De otro lado, la Magistratura Europea manifiesta que la decisión gala de prohibir esta prenda en espacios públicos, tiene por objeto el respeto a la "convivencia en común", afirmando que el Estado tiene un "amplio margen de apreciación" para la aplicación esta norma.

La decisión fue acordada con el voto en contra de la jueza alemana Angelika Nussberger, y la sueca Helena Jäderblom, quienes sostuvieron, en esencia, que "una prohibición tan general, que afecta al derecho de toda persona a su propia identidad cultural y religiosa no es necesaria en una sociedad democrática".



Fuente: Diario Constitucional de Chile

lunes, 20 de mayo de 2013

Identidad Latinoamericana ¿Tiene Latinoamérica identidad propia?


Tamara Henríquez Gutiérrez
Profesora de Lenguaje y Filosofía, Licenciada en Educación Universidad San Sebastián, Chile

Actualmente no se vislumbra una identidad propia en Latinoamérica, pero es 

ineluctible que nuestras naciones americanas sí la poseían. En consiguiente, me serviré del término “naciones americanas” como sinónimo de lo que se denomina “pueblos originarios”, pues este último término me parece despectivo y tomado desde la perspectiva occidental del conquistador.

Ya desde los períodos del descubrimiento y posterior conquista española, no ha dejado el hombre americano de mirar al conquistador como símbolo de superioridad y desarrollo, pero ¿Qué produjo este cambio y en qué momento las naciones americanas dejaron de mirarse a sí mismas y pasaron a mirar y admirar al conquistador?
Es imposible desconocer el progreso que cada nación americana alcanzó previa llegada de los españoles. Si bien, muchos autores señalan lo contrario, se debe a que la idea de progreso la relacionan con avances tecnológicos, entonces de ahí deriva la vapuleada tesis: “los indios eran atrasados y bárbaros”. No es difícil observar lo peyorativo de dicha propuesta, Pero cabe preguntarse: ¿en comparación con quién eran atrasados o “bárbaros”?. La respuesta aparece sin mucho esfuerzo: “en comparación con los conquistadores”, pues ellos impusieron el canon de lo que debía ser, no obstante, hay que reconocer que cada una de estas naciones, logró sus propias innovaciones y progresos, las cuales diferían en absoluto de los conceptos occidentales europeos o colonizadores.
Sostengo que las naciones de América alcanzaron sus propios progresos, los que en absoluto coincidían con los cánones colonizadores, con ello encontramos un hecho latente en la pérdida de identidad que hasta ese momento albergaban estas naciones. El conquistador desde su llegada, impuso su lengua, conceptos y fijó en estas nuevas tierras sus estándares universales, prolongó su dominio en todas las esferas imaginables, entre otras cosas, persuaden y logran convencer al hombre americano de su inferioridad, de una ignorancia y “barbarie” que sólo es comprensible para el  occidental. Hay que tener en cuenta, que la sociedad española era en aquella época profundamente jerarquizada, estratificada y represiva y que, quienes venían a este nuevo continente, en su mayoría, formaban parte de los estratos más bajos y sufridos. América, por tanto, representaba la liberación de sus desmedradas condiciones y les permitirá convertirse en los señores y amos que nunca habrían podido ser en su patria natal, para ello, siguen las costumbres que siempre habían conocido y las imponen en los territorios que van descubriendo.
Lo anterior manifiesta una asimetría de poder, la cual se traduce en términos de superioridad/inferioridad. Como señala Jorge Larraín:

En último término nadie reconoció en esa época el derecho de los indios a mantener sus propias normas morales. Los españoles no reconocieron a los indios como sujetos iguales con derecho a ser diferentes. En el mejor de los casos, los indios fueron considerados como seres humanos y no como medio animales […] América Latina tenía que ser civilizada y sus rasgos culturales atrasados y bárbaros erradicados” (1994).

América constituye la oportunidad para el conquistador de lograr dominar “desde arriba” a una clase “inferior” que no es considerada como ser humano. Esta actitud descansa sobre la base del egocentrismo, pero es también uno de los rasgos que generan una pérdida de identidad en las naciones americanas, pues introduce en el hombre nacional americano un sentimiento de vergüenza y rechazo a lo que hasta ese momento funcionaba como su paradigma, a lo medular de su identidad, luego, estos sujetos centran la mirada en el colonizador como un “otro” superior, diferente, admirado y digno de ser imitado, luego con la adquisición de la nueva lengua, es decir, el castellano; también su pensamiento intentará occidentalizarse.

Con la llegada de los españoles, la población de América fue diezmada, además ganó terreno la aparición del mestizaje, este hecho conduce a otro rasgo importante en la pérdida de identidad propia, pues el mestizo; hijo de español y la mujer americana violada, viene a conformar el grueso de la población latinoamericana. El problema que subyace es que el mestizo queda expuesto a condiciones vulnerables, por un lado no crece bajo el amparo de una familia normal y, por otro, pasa a ser discriminado tanto por españoles como por americanos. Sonia Montecinos escribe:

Las mujeres indígenas engendraron vástagos mestizos. Híbridos que, en ese momento fundacional, fueron aborrecidos. Se habla del mestizo como el “cholo”, el origen de esta palabra remite al quiltro, al cruce de perro fino con uno corriente, es decir, un perro sin raza definida. El mestizo era hasta ese entonces impensable para las categorías precolombinas, pero también para las europeas” (1996).

Este origen del mestizo es trasladado a la propia identidad cultural latinoamericana, pues representa al “huacho”, mira a su progenitor e intenta ser como él, pero su padre lo rechaza por ser diferente, por ser un “no español”. Luego, acude a su madre; a la mujer americana, quien también le rechaza, pues es fruto del ultraje y la violencia ejercida por el conquistador. (Excluyo en esto a las naciones ubicadas de Buenos Aires al Sur, en lo que hoy es Argentina; y de Santiago al Sur, en lo que hoy es Chile, pues con la nación mapuche no se produce de este modo el mestizaje).

 Es el mestizo ni lo uno, ni lo otro, esto es lo que genera un conflicto traumático de identidad, y como señala el sociólogo Felipe Portales: “Dicho conflicto de identidad contribuye significativamente a desarrollar un complejo de inferioridad que nos lleva a compararnos siempre con los demás, a estar excesivamente siempre pendientes de la opinión ajena sobre nosotros” (2004).

El rechazo que recibe el mestizo, provoca que el mestizaje no se quiera asumir, y esto contribuye a una visión disociada de la propia historia, Larraín (1994) añade: "No somos indios, ni españoles, ni nada. Estamos en disolución, bordeando la extinción, sin lugar para un proyecto propio".

            Finalmente, en la medida que no tengamos identidad, no tendremos sustentos ni certezas, estaremos en un continuo desencuentro, en medio de la nada, como dice Bengoa (1992): “Somos una sociedad cargada de traumáticos desencuentros con sus orígenes, negadora de sus ancestros, aniquiladora de su mestizaje”.

Desde hace mucho que Latinoamérica perdió su identidad, dejó de mirarse a sí misma y ha intentado ser como Occidente, han despreciado la cultura de sus naciones ancestrales, de los primeros habitantes americanos, y ahora sufren las consecuencias de una identidad desintegrada, precaria y desestructurada, recibimos y, por cierto, seguiremos recibiendo el rechazo de nuestro padre Occidental, pues nos seguirán viendo como un “otro”, el problema de nuestra identidad, radica en no aceptar que somos americanos y seguir intentando ser aquello que no somos, ni seremos. Por ello, como diría Portales (2004) “se debiera más bien intentar arreglar cuentas con el pasado, pues renegar de un racismo intolerante que, tanto en sus signos negativos como positivos, lo único que logra es la esterilidad”.



jueves, 28 de junio de 2012

Reflexión sobre una Filosofía Latinoamericana


Tamara Henríquez Gutiérrez
Profesora de Educación Media en Lenguaje y Filosofía
Licenciada en Educación


 

Latinoamérica considerada como parte del tercer mundo, se encuentra tan occidentalizada que es difícil observar los rasgos que la hacen un pueblo auténtico con un pensamiento o cultura propia.
Ubicada geográficamente en un extremo del mundo, pero formando parte, culturalmente, del Primer mundo, no es por lo tanto una región occidental, sino más bien occidentalizada. Lo positivo de este hecho es que desde el prisma filosófico constituye una ventaja, pues contribuye a que se genere una conciencia crítica. Según Kant, el rol que tiene la conciencia es el de emitir juicios críticos, tanto de la realidad exterior, como de la interioridad misma. Por su parte, Hegel sostenía que: “la conciencia de sí sólo se descubre frente a otro”.

Lo particular de la conciencia del hombre Latinoamericano es que ha descubierto ese otro dentro de sí; y no fuera de sí, ya que ha sido capaz de interiorizar ese otro que se ha presentado desde fuera como una imposición. De esta manera, el hombre latinoamericano piensa en una lengua que es occidental, su religión también es la occidental y su estructura política y económica también lo son. No obstante, tiene un pasado que no es occidental, ya los mismos conquistadores se sorprendieron al encontrarse con reinos e imperios altamente poblados y con un desarrollo económico que eran previos al dominio occidental.

No hay mejor antecedente para el pueblo Latinoamericano que su pasado histórico, pues se vio invadido y sometido por conquistadores provenientes del Primer Mundo, el mundo “civilizado”. Aquí radica la importancia del filosofar, pues se trata de pensar la circunstancia para así, lograr ser auténticamente libres. Ya lo mencionaba Hegel al hablar de la relación que se establece entre Amo- esclavo. Se dice que es más libre el esclavo que teniendo amarras se niega a besarlas, al amo opresor que ya se siente satisfecho, pues éste último, sin saberlo termina necesitando siempre del esclavo para sentirse amo. Por tanto, el hombre que anhela ser libre, es capaz de pensar su propia libertad, pues la filosofía no es otra cosa que una conciencia de liberación, un grito de libertad, o mejor dicho, una ética justiciera. En palabras de Hegel: “La libertad sólo será plena el día en que no haya ni esclavos ni amos, pero ese día, la filosofía habrá muerto; pues la filosofía o es conciencia de liberación o es simplemente ideología, es decir, falsa conciencia, la que sólo puede producir falsa filosofía

Por tanto, la materia prima que se encuentra en el filosofar es la misma historia de los pueblos, ya que desde allí han salido las voces que representan sus luchas, sus sueños, sus ansias de libertad. Ese espíritu que previo a la llegada del conquistador se hallaba libre, auténtico, original y propio, pero que una vez conquistado adoptó e interiorizó lo que éste le impuso, terminando por exteriorizar todo lo que no era propio de sí mismo. No obstante, hoy debemos ser conscientes de nuestra capacidad creadora, se debe pensar y reflexionar en torno a nuestra propia historia y de allí elaborar una propia y auténtica filosofía. Dado que las bases que sostienen a los pueblos Latinoamericanos proveen de lo necesario para la construcción de un pensamiento auténticamente propio, es necesario entonces que la mirada se sitúe en aquello que lo constituye como original. Como diría el Filósofo Leopoldo Zea: “Sólo viendo la historia como un proceso por el cual se logra construir una sociedad como sujetos, puede también justificarse una filosofía que sea auténticamente latinoamericana” y aún más, que sea se trate de una auténtica filosofía, un pensar libre nacido del espíritu de los pueblos Latinoamericanos.

Por tanto, no se puede pensar la historia de estos pueblos alejándolos de su pasado indígena, pero tampoco se pueden pensar alejándolos de la conquista que trajeron los occidentales. La pregunta es ¿están los pueblos Latinoamericanos condenados a que otros les asignen su lugar, o más bien tendrán la posibilidad de decir su propia palabra?

jueves, 26 de abril de 2012

¿Qué significa “La Muerte de Dios”?


Raúl Gordon

010 / 2011)

La vieja ilusión: el mundo es un reflejo de dios.
La nueva ilusión: el mundo es un reflejo del hombre.
El nacimiento de una exige la muerte de la otra.
Nada es gratis en esta vida, nada.
Apuesta, costo, esfuerzo, inversión y riesgo.
Nuevas responsabilidades se avecinan.
Veremos cuánto aguanta la espalda del mortal.
Ahora soporta el peso que soportaba su dios.
¿Han oído hablar de la doble responsabilidad?
Bueno, algo así

¿Qué significa “La Muerte de Dios”? El hombre no está más ante dios, no: ahora está ante "sí mismo". ¿Y acaso no es justamente eso el espíritu santo, digo, el hombre en y para el hombre? Saquen sus propias conclusiones.

Ha muerto dios cuando se lo piensa en y para el hombre. El dios cristiano es un dios muerto, sí, es cierto, pero nada -ni nadie- ajeno a él mismo cometió el crimen: fue suicidio.

Hombre --- Hombre = La auto-relación que impide una auténtica experiencia de dios (a menos que pensemos en un dios puramente individual, íntimo y racional).

Hubo un dios cuyo destino era acabar no sólo con dios, sino incluso con la noción misma de divinidad. Todos conocen su nombre. ¿Le llaman el “Dios-Humano”? La máxima humanización coincide con el retiro de lo sagrado.

El temblor, o sea, la des-fundamentación, es el evento crítico por excelencia. Se produce un quiebre en una estructura que había alcanzado plena cohesión consigo misma. Caen las cosas que estaban arriba y emergen tenuemente las que estaban enterradas (descreimiento, morbosidad criminalística, libertinaje sin vergüenza de sí, narcóticos, música negra, locura, misticismo, reminiscencias paganas, etc.). Como se dice comúnmente: “Todo se pone patitas pa´arriba”. Se esconde cualquier posibilidad de moral, religión o trascendencia alguna. Se habla de la “puta existencia” o del “vil barro”. ¿Por qué? Destrucción del cimiento que condicionaba la estabilidad del edificio entero. Se desangra el corazón del sistema y los hombres repentinamente se ven enfrentados a la catástrofe. ¿Qué hacer? ¿Es posible “hacer algo” siquiera? ¿Acaso no es la época de los grandes “contra-movimientos”? Peligroso acercamiento entre la genialidad y la locura. 
Se retoman conversaciones que parecían “borradas del mapa”. No hay nada claro en el horizonte. No brilla ningún patrón, juez o gran señor. La supervivencia nos acostumbra a vivir sin arriba. Empezamos nuevamente a penetrar en el acá. Incluso nos creemos con cierto derecho al manoseo. Sentimos que el re-descubrimiento justifica todos los excesos. Se han vuelto a ver las caras dos seres que parecían separados para siempre. La responsabilidad es total o nula, fiesta o entierro, ser o nada. El asesino emprende la analítica de sí mismo. La caminata es extraña cuando no sabemos a dónde nos lleva. Durante mucho tiempo conocimos el puerto en cuestión. Ahora nos quedamos “huachos” en el centro del mismo combate de siempre. Habrá que sacar una nueva fuerza. Veremos.

martes, 17 de abril de 2012

“Libertad, responsabilidad y mi otro yo”

Tamara Henríquez Gutiérrez
Profesora de Educación Media en Lenguaje y Filosofía
Licenciada en Educación


            Cuando hablamos de libertad inmediatamente parece surgir en nosotros una serie de definiciones relativas a ella, puesto que ésta emerge como un término complejo para ser abarcado y definido.
            No obstante, todas las nociones de libertad que se pueden hallar, nos llevan a aunar los criterios en un solo concepto, el que a su vez, coincide con la moderna sociedad actual. De este modo, la libertad la comprenderemos  como “acción”, es decir, como la capacidad que adquiere cada sujeto de elegir de acuerdo a su propia voluntad, tal o cual acción, independiente de las motivaciones intrínsecas que lo dirijan. Sin embargo, dentro de esta elección individual, no se debe olvidar, ni mucho menos eludir la libertad del otro, entendido éste según términos sartreanos: “el otro yo, que no soy yo”.
De esta manera, cada uno en conjunto con los demás, es decir, con los otros seres humanos; participan en un proceso mutuo de libertad, entendiendo que esta libertad no me implica sólo a mí de manera unipersonal, sino que en este proceso de libre acción, también se ven implicados los demás: el otro.
            Con respecto a la noción de otro, se toma el enfoque sartreano de un “yo que no soy yo”, es decir, como la necesidad de entender la individualidad a partir de la relación con los otros, como creándose y desarrollándose junto con los demás, pues sólo así se puede “llegar a ser”.
            En efecto, la libertad implica ya no sólo poder elegir una u otra cosa de acuerdo a los dictámenes de mi propia voluntad, puesto que en esta decisión se ven implicados inevitablemente los demás; al escoger yo, escojo también por el resto y les impongo a todos mi elección. Cuando sugiero que en el desarrollo de nuestra libertad se ve afectado el otro, afirmo que la libertad apunta hacia un fin, es decir; todos cuando escogemos lo hacemos pensando en que dicha elección nos llevará a un bien y este bien implica a su vez, un fin, pues tiende hacia él. Así, vemos que el hombre necesita ser libre, se ve impelido a la autonomía de su voluntad. Ahora bien, es en esta autonomía en que se inserta al otro, pues cuando escojo hacer una u otra cosa como resultado de mi libertad, insoslayablemente afecto también al resto, pues nunca estoy yo solo en el mundo, ya que este mundo se trata más bien de un mundo compartido, donde también habitan otros “yo” que al igual que yo, también son libres de optar por una u otra cosa y así como mis decisiones les afectan a ellos, de igual modo las decisiones de ellos me afectan a mí. Por ejemplo, si debo escoger contar o no una verdad que sé que me perjudicará y, por esta causa, prefiriera entonces decir una mentira, debo asumir que con esta decisión autorizo a que el resto de las personas también mientan, pues mis decisiones individuales afectan el decidir de los demás, ya que cuando elijo para mí, también elijo qué quiero que haga el resto de las personas, o como diría la célebre frase Kantiana: “Obra de tal manera que la máxima de tu actuar sirva a la vez, como ley universal”. Cuando decidimos actuar de una u otra manera, consentimos para que los otros que cohabitan en el mundo conmigo actúen del mismo modo que yo. Así, cada vez que escojo, mi acción se ve supeditada también a un grado de responsabilidad, puesto que a la hora de escoger debo también considerar que con ello autorizo a los demás para que actúen o decidan actuar de la misma manera que yo. De esta manera, es importante considerar que como parte de este mundo cohabitado y compartido con otros “yoes”, todos juntos formamos las normas, es decir que entre todos creamos un sistema normativo.
Si decidimos, lo hacemos por pura libertad, como dice Sartre: “el hombre está condenado a ser libre” y efectivamente lo está, porque vive en medio de la subjetividad, el hombre como proyecto que es, debe proyectarse hacia el porvenir y en esta proyección, reconoce a los demás. En este sentido, el autor nos dice:

 “Subjetivismo, por una parte, quiere decir elección del sujeto individual por sí mismo, y por otra, imposibilidad para el hombre de sobrepasar la subjetividad humana… Cuando decimos que el hombre se elige, entendemos que cada uno de nosotros se elige, pero también queremos decir con esto que, al elegirse, elige a todos los hombres” (Sartre, J. P, 1999).

Según el enfoque de este autor, libertad implica también responsabilidad y angustia, la primera de ellas, porque en el momento de decidir nos vemos impulsados a asumir una actitud responsable frente a dicha elección, que por lo demás, será voluntaria. Cuando decido mentir porque creo que mi bien es éste, escojo que la humanidad entera mienta, al igual que yo lo hice. Así, mi simple acto de escoger la mentira me lleva a un proceso de profunda responsabilidad, pues con ello establezco también las normas para los demás:

 “Cuando decimos que el hombre es responsable de sí mismo, no queremos decir que el hombre es responsable de su estricta individualidad, sino que es responsable de todos los hombres” (Sartre, 1999).

En cuanto a la angustia, se comprende que está ligada a la responsabilidad, puesto que al elegir con responsabilidad se produce la angustia de si habré o no, elegido bien. Todo esto considerando que elijo también por los demás. Si elijo mal, arriesgo que el otro se equivoque conmigo, por lo tanto, cargo con la responsabilidad de angustiarme por mis decisiones.
Como sujetos arrojados  en el mundo, estamos condenados a ser libres, y por tanto, por esa razón escogemos con responsabilidad, porque de alguna manera; como sujeto parte de este mundo y arrojado en él, estoy condenado a un horizonte de posibilidades, a un “llegar a ser” y a optar por cada posibilidad. En este sentido, Heidegger parte diciendo que el ser humano se expresa en la existencia, esto quiere decir que una vez que el hombre se percata que ha sido arrojado al mundo, asume que se convierte en un proyecto, entendido éste como un “llegar a ser” y, por lo mismo, asume también la existencia que si bien él no eligió, ya le ha sido dada.
Ahora bien, esta existencia se pone de manifiesto en el hecho de ser en el mundo, o sea, de habitar cerca de las cosas, de estar familiarizados con ellas, pues las cosas se constituyen en nuestro entorno o nuestro mundo circundante, es decir, lo que tratamos en nuestro diario vivir. De este modo, el mundo se convierte en un mundo compartido, el mundo de este “ser ahí” del que habla Heidegger, es un mundo del ser, pero además del ser con otros. Aunque esté solo, mi ser está siempre referido a los otros seres humanos, a las otras personas, a los otros “yoes”.
El hombre además de preocuparse de las cosas, se preocupa también de los otros seres humanos, porque su mundo no es un mundo para sí solo, sino que se trata de un mundo público. De esta manera, podemos señalar que el ser humano en tanto que arrojado a una existencia que no eligió, se ve obligado en su trayecto a ir eligiendo. Para ello, el mismo mundo se le ofrece como horizonte de posibilidades que sólo se termina cuando llega la muerte. No obstante, la vida entera se nos presenta como un constante elegir, pero  tal cual como lo dice Heidegger al afirmar que el mundo del “ser ahí” es un mundo del ser con otros, en este elegir, se me presentan los otros seres humanos que comparten el mundo conmigo y, por lo mismo, al dejar de estar solo en él, debo asumir que mis decisiones inevitablemente afectarán a los demás. Al ser todos en el mundo, imprimimos en él una parte de cada uno de nosotros, puesto que en la medida que vamos siendo, configuramos también al mundo con nuestras elecciones.