jueves, 28 de junio de 2012

Reflexión sobre una Filosofía Latinoamericana


Tamara Henríquez Gutiérrez
Profesora de Educación Media en Lenguaje y Filosofía
Licenciada en Educación


 

Latinoamérica considerada como parte del tercer mundo, se encuentra tan occidentalizada que es difícil observar los rasgos que la hacen un pueblo auténtico con un pensamiento o cultura propia.
Ubicada geográficamente en un extremo del mundo, pero formando parte, culturalmente, del Primer mundo, no es por lo tanto una región occidental, sino más bien occidentalizada. Lo positivo de este hecho es que desde el prisma filosófico constituye una ventaja, pues contribuye a que se genere una conciencia crítica. Según Kant, el rol que tiene la conciencia es el de emitir juicios críticos, tanto de la realidad exterior, como de la interioridad misma. Por su parte, Hegel sostenía que: “la conciencia de sí sólo se descubre frente a otro”.

Lo particular de la conciencia del hombre Latinoamericano es que ha descubierto ese otro dentro de sí; y no fuera de sí, ya que ha sido capaz de interiorizar ese otro que se ha presentado desde fuera como una imposición. De esta manera, el hombre latinoamericano piensa en una lengua que es occidental, su religión también es la occidental y su estructura política y económica también lo son. No obstante, tiene un pasado que no es occidental, ya los mismos conquistadores se sorprendieron al encontrarse con reinos e imperios altamente poblados y con un desarrollo económico que eran previos al dominio occidental.

No hay mejor antecedente para el pueblo Latinoamericano que su pasado histórico, pues se vio invadido y sometido por conquistadores provenientes del Primer Mundo, el mundo “civilizado”. Aquí radica la importancia del filosofar, pues se trata de pensar la circunstancia para así, lograr ser auténticamente libres. Ya lo mencionaba Hegel al hablar de la relación que se establece entre Amo- esclavo. Se dice que es más libre el esclavo que teniendo amarras se niega a besarlas, al amo opresor que ya se siente satisfecho, pues éste último, sin saberlo termina necesitando siempre del esclavo para sentirse amo. Por tanto, el hombre que anhela ser libre, es capaz de pensar su propia libertad, pues la filosofía no es otra cosa que una conciencia de liberación, un grito de libertad, o mejor dicho, una ética justiciera. En palabras de Hegel: “La libertad sólo será plena el día en que no haya ni esclavos ni amos, pero ese día, la filosofía habrá muerto; pues la filosofía o es conciencia de liberación o es simplemente ideología, es decir, falsa conciencia, la que sólo puede producir falsa filosofía

Por tanto, la materia prima que se encuentra en el filosofar es la misma historia de los pueblos, ya que desde allí han salido las voces que representan sus luchas, sus sueños, sus ansias de libertad. Ese espíritu que previo a la llegada del conquistador se hallaba libre, auténtico, original y propio, pero que una vez conquistado adoptó e interiorizó lo que éste le impuso, terminando por exteriorizar todo lo que no era propio de sí mismo. No obstante, hoy debemos ser conscientes de nuestra capacidad creadora, se debe pensar y reflexionar en torno a nuestra propia historia y de allí elaborar una propia y auténtica filosofía. Dado que las bases que sostienen a los pueblos Latinoamericanos proveen de lo necesario para la construcción de un pensamiento auténticamente propio, es necesario entonces que la mirada se sitúe en aquello que lo constituye como original. Como diría el Filósofo Leopoldo Zea: “Sólo viendo la historia como un proceso por el cual se logra construir una sociedad como sujetos, puede también justificarse una filosofía que sea auténticamente latinoamericana” y aún más, que sea se trate de una auténtica filosofía, un pensar libre nacido del espíritu de los pueblos Latinoamericanos.

Por tanto, no se puede pensar la historia de estos pueblos alejándolos de su pasado indígena, pero tampoco se pueden pensar alejándolos de la conquista que trajeron los occidentales. La pregunta es ¿están los pueblos Latinoamericanos condenados a que otros les asignen su lugar, o más bien tendrán la posibilidad de decir su propia palabra?